Ensenada, Baja California.– Desde que se crearon las instituciones escolares, las aulas son y seguirán siendo espacios complejos y complicados, ya que en estas se suscitan lo que, desde una mirada actualizada, denominamos: procesos de enseñanza-aprendizaje; dichos procesos tienen cabida a partir de los roles que desempeñan tanto docentes como estudiantes, desde un sentido escénico y dinámico las aulas resultan semejantes al despliegue de una obra teatral, explica la Experta CETYS, Dra. Karla María Díaz López, Coordinadora de la Maestría en Educación de CETYS Universidad Campus Internacional Ensenada.
La Dra. Díaz López puntualiza que si bien los contenidos curriculares suelen cambiar en el tiempo, “ante todo delimitan los guiones de actuación de los agentes educativos protagónicos: docentes y estudiantes”. En este orden de ideas, cabe denotar la importancia que, en particular han cobrado el fomento y desarrollo de ciertas habilidades socioemocionales, también denominadas soft skills, entre éstas conviene destacar: la cooperación, la resolución de problemas, el autoconocimiento y la autorregulación.
Sumado a esto, la incursión de ciertas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), mismas que también son una herramienta didáctica ineludible en el escenario educativo actual (sabemos que para introducirlas habrá que trabajar la intersección entre contenidos, pedagogía y la tecnología en sí) y que el escenario actual la formación que se ofrece en los centros escolares se orienta en atender las demandas y necesidades del contexto social y cultural dinámico y cambiante, que como tal distingue al siglo en curso.
“Para sumar complejidad, el rol de los docentes a lo largo de las últimas dos décadas ha sufrido transformaciones notables, ya que, nuestra actuación y desempeño debe ir más allá de la transmisión de contenidos; si partimos de concebir nuestro rol como facilitadores de aprendizajes, nos toca orientar, apoyar y acompañar a nuestros estudiantes, promover un ambiente de confianza y escucha, así como llevar a cabo actividades didácticas activas, experimentales y constructivas”, explica la Experta CETYS.
Así pues, tales actividades acontecen mayormente en las aulas, al observarlas nos podemos percatar que la escenografía de estas ha cambiado muy poco o nada, “para ello basta observar su composición física, mayormente caracterizada por la disposición en filas de las sillas o pupitres, orientadas hacia un pizarrón, pizarra o proyector, en los laterales suelen encontrarse estantes de libros y materiales, asimismo, estas cuentan con cierta iluminación y colorido. Su estructura parece inamovible y desde luego que responde a la educación tradicional de corte prusiano, por lo tanto, obsoleto”, comparte la experta en Educación.
En definitiva, la composición física de las aulas se antoja desarticulada y desincronizada, toda vez que los procesos de enseñanza-aprendizaje que la concepción actual de la educación se deben de manifestar en tales espacios, demandan un cambio urgente para adecuarse al presumido fomento de la creatividad tanto del docente como de sus estudiantes, el desarrollo de competencias digitales, el trabajo en equipos colaborativos y desde luego la ejecución de proyectos, lo cual conlleva que las aulas tendrán que poseer otras características que posibiliten la representación de los distintos escenarios de la vida cotidiana, como idea y muestra de ello, contamos con la Pedagogía Montessori, en la que estas se conciben como ambientes de aprendizaje natural.
“Sin lugar a dudas las aulas escolares en el Siglo XXI tendrán que contar con flexibilidad y dinamismo, toda vez que es necesario que nuestros estudiantes cuenten con las competencias para adaptarse a diversos ambientes profesionales en un mercado laboral cambiante y dinámico”.
El liderazgo educativo ejercido por los directivos escolares comprende una pieza clave si se apuesta por implementar cambios en la composición física de las aulas, situación que atraviesa a todos los niveles educativos. En síntesis, la Dra. Díaz López puntualiza que son necesarios cambios en el ámbito de la Educación, “en principio tendría que implicar transformaciones en el espacio físico del aula”.
Al respecto y para concluir, cabe señalar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), hace escasos tres años publicó un informe denominado, “El entorno físico de la escuela”, en el cual se explora cómo las instalaciones educativas físicas, es decir, el terreno, los edificios y el mobiliario destinado a la educación, pueden afectar a los procesos de aprendizaje y qué medidas pueden tomarse para crear las condiciones óptimas para los logros y el bienestar de estudiantes y docentes, cabe notar que se concluye que los espacios seguros y saludables afectan positivamente los resultados académicos del estudiantes.
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